La imagen pertenece a ny156uk, bajo una licencia cc. Acabo de gastar $57.00 en una llamada de 2 minutos y 17 segundos con Dushka. Ya se había dormido, pues en dónde se está quedando (que ya ella les platicará) aún no tiene Internet y pues así cualquiera se va a la cama antes de media noche.
Toda esta semana hemos hablado poco por lo mismo. Por ejemplo, el martes en la mañana (de México) me llamó desde Amsterdam para avisarme que, a pesar de tener que esperar ahí 5 horas antes de tomar el siguiente vuelo, no iba a poder conectarse porque en el aeropuerto le pedían tarjeta de crédito para darle acceso a la red. Un poco más tarde, consiguió conectarse desde otra computadora por 12 euros la hora, pues su laptop no reconocía el Wi-Fi. Aún así, conversamos un máximo de media hora.
Los días siguientes sólo nos hemos comunicado por mensajitos en el Facebook (porque ya en Francia se conectó desde la lap de mi suegro) y una que otra llamada muy cortita.
Se supone que el lunes ya le dan el acceso a Internet en la residencia dónde está viviendo, pero falta ver que sea cierto. A partir de eso, será el Skype el que sustituya al teléfono y seremos felices... o bueno, no al grado de sentirnos realizadas, pero cuando menos ya no estaremos gastando dinero que nos puede servir para estar juntas.
Y yo me pregunto, después de ver lo difícil que ha resultado para nosotras estar en contacto estos días aún en plena era de las comunicaciones ¿cómo le hacían antes las personas para ser tan pacientes y recibir una vez al mes (o hasta en más tiempo) cartas o noticias de los seres queridos que se encontraban lejos? Según me han contado, en el caso de los novios o maridos que se iban a la guerra o a trabajar en otro país, simplemente les consiguieron sustitutos. No a todos, pero con unos cuantos basta para preocuparme.
Siempre ha sido más fácil esperar pacientemente por un familiar, pero no por eso voy a quedarme con los brazos cruzados a esperar que me cambien por una francesa (o un francés) ... Aunque lo más probable es que como yo no estoy acostumbrada, tal vez estoy haciendo más drama del que debería.
Pero bueno. Apenas han pasado unos días, ni siquiera se ha cumplido la semana, pero es el hecho de saber que en esta ocasión no va a regresar después de mes y medio lo que me tiene así.
La extraño tanto...
Internet ¿qué haría yo sin ti? Ah, si, gastar mucho y tener que esperar un mes o más a que me llegue una carta.